¿Cómo enfrentar la frustración de tener que posponer el casamiento?
La frustración se presenta en toda su dimensión al momento de posponer los planes de bodas por el confinamiento. ¿Cómo comprender las emociones negativas que nos embargan? Hablamos con una profesional sobre cuáles son las claves para afrontarlas.
Las exigencias de los gobiernos que intentan controlar la crisis sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19 hicieron que todos iniciáramos una especie de retiro. Aquellas parejas que estaban por dar el «sí, quiero» en estos meses de confinamiento obligatorio debieron aplazar sus bodas y plantearse qué hacer con sus invitaciones de bodas, revisar las cláusulas de los contratos de los proveedores, guardar para otro momento el vestido de novia y dejar en espera las ideas para souvenirs de casamiento.
Ante esta circunstancia inesperada y extraordinaria en todo el mundo, surgen muchas preguntas y vamos descubriendo nuevas formas de convivir con las emociones que nos embargan. Nos pesa una conciencia melancólica y se ahondan las inseguridades y los miedos. Como explica la filósofa Joke Hermsen, autora de La melancolía en tiempos de incertidumbre, los humanos somos seres melancólicos por naturaleza y cuando esa melancolía se ve alterada se vuelve más profunda y quedamos a merced de las emociones negativas. Posponer el casamiento por situaciones externas provoca incertidumbre, angustia y, sobre todo, mucha frustración. Hablamos con Gabriela Quevedo, licenciada en Psicología egresada de la Universidad de Buenos Aires, para analizar entre todos cómo afrontar la frustración de tener que aplazar la boda.
1. Nuestro mundo emocional
El impacto negativo del coronavirus ha dejado en suspenso la cotidianidad de las personas, la vida como la conocíamos. El aislamiento nos atemoriza y nos vuelve inseguros, ya no controlamos del todo las riendas de nuestros proyectos. Gabriela Quevedo nos ayuda a entender estos sentimientos: «Los seres humanos necesitamos sentirnos seguros y al mando de nuestros planes. Vernos imposibilitados abruptamente para dar continuidad a nuestras rutinas y a la vida que conocemos puede resultarnos demasiado desconcertante, violento y doloroso. Si a este panorama le agregamos la existencia de un proyecto tan importante como lo es la realización de nuestra boda, el sentimiento de frustración resulta natural y casi inevitable».
Luego explica que «entendemos por frustración la imposibilidad de satisfacer una necesidad o un deseo. Puede implicar emociones como tristeza, impotencia y desilusión, incluso enojo. En cualquiera de sus manifestaciones lo que subyace siempre es dolor».
La irrupción invisible del virus que crea debates en la salud pública y la economía global puede ser la grieta que nos muestre qué es lo realmente esencial, qué es lo que nos inspira y cómo adaptarnos a nuevos escenarios. Ante la frustración reinante, surge la necesidad de comprender nuestras emociones. «Atender nuestro mundo emocional es un acto de respeto por nosotros mismos, pero lamentablemente tendemos a juzgar las emociones de buenas o malas, de beneficiosas o perjudiciales y a mantenerlas solapadas en el caso de considerarlas negativas. Lo cierto es que las emociones tienen su razón de ser y buscan el reconocimiento de su existencia. Es por esto que muchas veces alcanza con observarlas, comprenderlas, nombrarlas y aceptarlas para que ese sentir se descomprima e incluso se libere».
2. Adaptarnos con creatividad
Al principio de la decisión de posponer el casamiento y guardar en la caja el vestido de novia con encaje, acaso las emociones de angustia y rabia sean las que imperen en este contexto. Para la licenciada, «reconocer y aceptar las emociones es una parte fundamental de la salud psíquica. Partiendo de esta base honesta, se vuelve posible flexibilizarnos y adaptarnos a la circunstancia que vivimos con creatividad». Retomando a Hermsen y su concepto de la melancolía, también podemos ser creativos dentro de este aislamiento y buscar caminos que nos proporcionen cierto alivio o equilibrio para compensar o subsanar la angustia. «La rigidez mental nos lleva a mantenernos fijados a ideas que pueden ser limitantes. Si bien durante un tiempo es esperable centrarse en la desilusión ante el desvanecimiento de lo que habíamos planeado y preparado poniendo en juego el corazón (incluso renegar), es importante estar atentos a no permanecer en ese lugar de impotencia ante lo que nos excede, porque estaríamos descuidando eso que sí podemos hacer, lo que sí podemos controlar».
Los cambios inesperados nos exigen ser creativos y arriesgarnos con nuevas ideas para resolver los próximos pasos para cambiar la fecha del enlace y reorganizar la agenda de tareas. Si han enviado sus tarjetas de casamiento originales, las parejas deberán mover muchas piezas de la planificación. Las novias y los novios se preguntarán «¿qué puedo hacer con el tiempo que estoy obligado a esperar…? Tal vez puedo repensar con creatividad ciertos detalles de mi boda que de otra manera no se nos hubieran ocurrido». En palabras sencillas, Gabriela resume que «hacer de este tiempo algo exclusivamente angustioso o algo valioso para ese gran día depende de cada uno».
3. Transformar el barro en oro
Las circunstancias actuales pueden demostrarnos que algunas cosas no nos eran tan esenciales o que podemos sacar fuerzas y responder a los imprevistos. Pronto la pandemia nos llevó a nuevas formas de trabajar, de consumir y de comunicarnos. Vamos encontrando soluciones a las dificultades y vemos con renovada esperanza que el amor siempre intentará sacar algo creativo luego de pasada la tormenta. La licenciada Quevedo nos habla del concepto de resiliencia: «Es esta capacidad de transformar el barro en oro a lo que se refiere el concepto de resiliencia. Me gusta pensar que somos lo que hacemos con las cosas que nos pasan... La vida nos trae con cada crisis la oportunidad de madurar, crecer, evolucionar. Y cuando el día de la boda finalmente llegue, todo esto será un recuerdo/anécdota que hoy podemos elegir cómo escribir».
4. Duelar la ilusión
La pandemia nos expuso ante nuestra propia fragilidad y la necesidad de aceptar una nueva normalidad a pasos agigantados. Por ello «es importantísimo dentro de este proceso de duelar la ilusión considerar a nuestra pareja respetando su forma de vivirlo y sus tiempos. Tener en cuenta que el otro es otro, y que aunque lo desee igual que yo, puede experimentarlo de un modo diferente». La licenciada propone además una idea creativa que lleva serenidad a la incertidumbre de un confinamiento improvisado y disruptivo para muchos: «En este punto podría traer tranquilidad elegir juntos una nueva fecha. Se me ocurre que tal vez en el futuro, podrían existir dos aniversarios que celebrar...».
5. El poder curativo de la empatía
El COVID-19 deja una lección para comprender que todos somos parte de la naturaleza. En el fondo sabemos que la crisis sanitaria nos propone una oportunidad de cambiar conductas y ser más más solidarios con nuestro planeta. Y aunque las pistas de baile aún queden vacías por un tiempo y asistamos a algunos cambios en los formatos de los casamientos, «a todos nos reconforta sabernos comprendidos y poder identificarnos con otros. Hablar con personas que atraviesan la misma situación puede resultar un punto de apoyo vital en este capítulo de la vida». Así se refiere Gabriela al poder curativo que tiene para los humanos la empatía. «En definitiva, esta pandemia en curso nos confronta con esa idea que los humanos mantenemos a raya: todos somos iguales por dentro, todos somos vulnerables, finitos y vivir es sin garantías. Una aventura de cada día».
No pierdan la energía y sean flexibles y positivos, ya que el ser humano puede adaptarse a los cambios como parte de su propia naturaleza. Cuando tengan una nueva fecha, pueden comunicarla con modelos de tarjetas de casamiento virtuales e ingeniosos. Aprovechen este tiempo para redondear la planificación o agregar aquellas cosas que quedaron en el tintero. Y, con la creatividad en mente, pueden diseñar bonitos souvenirs de casamiento caseros.
Gabriela Quevedo es licenciada en Psicología egresada de la Universidad de Buenos Aires. Trabaja en el área de la clínica de adultos general, con orientación en reproducción humana y fertilización asistida. Forma parte del equipo de Fertility Patagonia.