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Casamientos

Fernanda y Jorge: un casamiento de dos días

Hay amores de verano que duran toda la vida. Este es el caso de Fernanda y Jorge, una pareja de enamorados que decidieron dar el “sí quiero” en medio de la naturaleza, con una ceremonia íntima y familiar ¡durante dos días! Conocé su historia.

Marcela Angulo Fotografías

La historia de Fernanda y Jorge es la de un amor de verano con final feliz. Tras trece años de noviazgo y de un largo camino recorrido juntos, los novios decidieron casarse y dar un paso más en su relación rodeados de sus familiares y seres queridos en una celebración cuya característica principal fue la alegría y sencillez.

En consonancia con sus maneras de ser, los novios tuvieron muy claro desde el principio que querían que los invitados se sintieran como en casa, al igual que en una reunión de amigos. Hecho por el cual, la premisa fundamental para organizar la fiesta fue la cercanía y sencillez, siendo el enclave elegido para la celebración el que le aportó el toque final de magia y encanto a este casamiento: nada más ni nada menos que la carretera austral que se encuentra al sur de Chile.

Fernanda lució un sobrio y vaporoso vestido de escote corazón, que le confería un aspecto jovial y sensual que completó con un peinado semirecogido coronado por un delicadísimo tocado de perlas. Jorge, por su parte, optó por un estilismo simple y elegante a la vez, compuesto por chaqueta azul, pantalón beige y zapatos color azul con toques en marrón. Como símbolo de su complicidad, ambos novios decidieron llevar una prenda de color rojo en su estilismo, por lo que el novio lució un pañuelo y la corbata en ese color y la novia calzó unos zapatos de la misma tonalidad.

Al tratarse de una celebración campestre, el dress code para los invitados era semiformal. Y para evitar malos entendidos o confusiones por parte de los invitados sobre cómo ir vestidos, la novia creó un evento en Facebook donde fue brindándoles información sobre el tema a todos los asistentes y también subió algunas imágenes ilustrativas al respecto.

Debido a la personalidad de los novios, este matrimonio escapó a todas las tradiciones y formalidades acostumbradas para la ocasión, a excepción de la iglesia y el sacerdote. Tanto es así, que a los novios se les ocurrió una idea de lo más pintoresca: puesto que muchos de los invitados debían desplazarse muchísimos kilómetros para llegar a la carretera austral y que el sitio en dónde se llevaría a cabo la celebración era lo suficientemente amplio, se invitó a todo aquel que quisiera a que llevara una carpa para acampar a la noche y pernoctar en el mismo lugar de la celebración. Teniendo en cuenta que la fiesta duraría dos días y las características que la misma tendría, esta idea fue muy bien recibida por los invitados, contando con gran aceptación. Por su parte, los novios también acamparon esa noche junto a su gente para disfrutar al máximo de este inolvidable momento.

En cuanto al bufete, los novios consideraron que la comida típica del sur de Chile era la ideal para acompañar estas maravillosas jornadas campestres. El cóctel de bienvenida estuvo compuesto de: ceviche de salmón, merluza, empanadas de queso y pino y empanadas de mariscos. Mientras que para el almuerzo, el plato elegido fue un tradicional curanto al hoyo del cual todos pudieron participar en su elaboración. Para amenizar la espera, los novios contrataron a un grupo de folclore de la zona que puso la música de fondo necesaria para que los novios bailaran el vals y todos los asistentes pudieran unírseles en la pista de baile para dar unos pasos hasta que el plato principal estuviera listo.

Una vez finalizado el almuerzo, se dio comienzo a la mega fiesta de dos días que estuvo provista de gran cantidad de cotillón y bebida alcohólica. Y así, entre risas, bailes y festejos se alcanzaron las once de la noche, momento en el cual el servicio de banqueteros sirvió un delicioso cordero al palo que conformó hasta a los paladares más exquisitos.

Al día siguiente, se sirvió una exquisita sopa de mariscos como desayuno y el punto final de la fiesta llegó de la mano de un almuerzo compuesto por dos opciones: cordero al palo con ensalada o cazuela de chilota.

La encargada de retratar este inolvidable momento y captar toda la naturalidad, alegría y esencia de cada instante fue la fotógrafa Marcela Angulo, quien muy comprometida con su trabajo y los novios también pasó la noche en una carpa para no perderse detalle y capturar hasta el más mínimo detalle con su lente.

Como souvenir, los novios entregaron a sus invitados una tabla de madera artesanal, hecha por el padre de la novia con sus propias manos. Un detalle útil y encantador.

Y para acabar con el relato de este encantador matrimonio, los novios comentaron que al momento de planear su casamiento, su situación financiera era crítica y si han podido llevar a cabo la celebración de su boda fue, sin duda alguna, gracias al apoyo, ayuda y complicidad de familiares y amigos. Ellos rescatan la importancia de estar rodeados de gente que los quiera y apoye y como mensaje a los demás novios, Fernanda afirma que si querés mucho algo, con esfuerzo y perseverancia finalmente se cumple… “¡Querer es poder!”

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