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Casamientos

10 lecturas para una ceremonia religiosa muy especial

La elección de las lecturas para bodas religiosas merece un tiempo de reflexión. Hay numerosas lecturas que hablan sobre los aspectos fundamentales del matrimonio entre las que pueden elegir para representar sus anhelos más profundos y sinceros.

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Llegado el momento de preparar las lecturas bíblicas para celebrar el matrimonio, cuesta tomar la decisión. Por lo general, si el sacramento se celebra con misa, se contemplan dos lecturas, una del Antiguo Testamento y otra del Nuevo Testamento. Si no es así, entonces pueden elegir solo una lectura. Luego, corresponde la lectura de un Evangelio, que siempre quedará en la voz del sacerdote. Les dejamos diferentes fragmentos de los tres apartados de la Biblia.

Primera lectura: del Antiguo Testamento

1. Lectura del Cantar de los cantares (2, 8-10. 14. 16a; 8, 6-7a)

¡La voz de mi amado!
Ahí viene, saltando por las montañas,
brincando por las colinas.
Mi amado es como una gacela,
como un ciervo joven.
Ahí está: se detiene
detrás de nuestro muro;
mira por la ventana,
espía por el enrejado.
Habla mi amado, y me dice:
«¡Levántate, amada mía,
y ven, hermosa mía!
Paloma mía, que anidas
en las grietas de las rocas,
en lugares escarpados,
muéstrame tu rostro,
déjame oír tu voz;
porque tu voz es suave
y es hermoso tu semblante».
¡Mi amado es para mí,
y yo soy para mi amado!
Grábame como un sello sobre tu corazón,
como un sello sobre tu brazo,
porque el Amor es fuerte como la Muerte,
inflexibles como el Abismo son los celos.
Sus flechas son flechas de fuego,
sus llamas, llamas del Señor.
Las aguas torrenciales no pueden apagar el amor,
ni los ríos anegarlo.

2. Lectura del libro del Eclesiástico (26, 1-4. 13-16)

¡Feliz el marido de una buena esposa:
se duplicará el número de sus días!
La mujer hacendosa es la alegría de su marido,
y él vivirá en paz hasta el último de sus días.
Una buena esposa es una gran fortuna,
reservada en suerte a los que temen al Señor:
sea rico o pobre, su corazón será dichoso
y su rostro estará radiante en todo momento.
La gracia de una mujer deleita a su marido
y su buen juicio lo llena de vigor.
Una mujer discreta es un don del Señor
y no tiene precio la esposa bien educada.
Una mujer pudorosa es la mayor de las gracias
y no hay escala para medir a la que es dueña de sí misma.
Como el sol que se eleva por las alturas del Señor,
así es el encanto de la buena esposa en una casa ordenada.

3. Lectura del libro de Tobías (8, 4-9)

Mientras tanto, los padres habían salido de la habitación.
Entonces Tobías dijo a Sara:
“Levántate, hermana, y oremos para que el Señor tenga piedad de nosotros”.
Luego dijo Tobías:
“Bendito seas, Dios de nuestro padres y bendito sea tu Nombre santo y glorioso por los siglos de los siglos; que los cielos y todas tus criaturas te bendigan.
Tú creaste a Adán y le diste a Eva, su mujer
como ayuda y compañera, para que de los dos naciera la raza humana.
Tú dijiste: No está bien que el hombre esté solo,
démosle una compañera semejante a él.
Ahora, Señor, tomo a mi hermana con recta intención y no buscando el placer.
Ten piedad de nosotros y que podamos llegar juntos a nuestra ancianidad”.

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Segunda lectura: de las Cartas Apostólicas

4. Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los efesios (5, 2. 25-32)

Hermanos:
Vivan en el amor, igual que Cristo nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.
Maridos, amen a sus mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí mismo toda resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada.
Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su cuerpo.
"Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne". Este es un gran misterio; y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.

5. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios (12, 31; 13, 1-8a)

Hermanos:
Aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más perfecto todavía.
Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás.

6. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (3, 12-17)

Hermanos:
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.

7. Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4, 7-12)

Queridos míos:
amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios.
Y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido Dios, pues Dios es amor.
Así Dios nos manifestó su amor:
envió a su Hijo único al mundo para que tuviéramos Vida por medio de él.
Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
Queridos míos,
si Dios nos amó tanto,
también nosotros debemos amarnos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros,
y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.

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Tercera lectura: del Evangelio

8. Lectura del santo Evangelio según san Juan (2, 1-11)

Las bodas de Caná
Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que Él les diga».
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento».
Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él.

9. Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 13-16)

La sal de la tierra y la luz del mundo
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. No se enciende una lámpara para esconderla dentro de un tiesto, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.

10. Lectura del santo Evangelio según san Juan (15, 12-16)

El mandamiento del amor
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos:
Éste es mi mandamiento:
Ámense los unos a los otros,
como Yo los he amado.
No hay amor más grande
que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos
si hacen lo que Yo les mando.
Ya no los llamo servidores,
porque el servidor ignora lo que hace su señor;
Yo los llamo amigos,
porque les he dado a conocer
todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí,
sino Yo el que los elegí a ustedes,
y los destiné para que vayan y den fruto,
y ese fruto sea duradero.
Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre,
Él se lo concederá.

Gonzalo Rizzi Fotografía

La primera y la segunda lectura pueden ser llevadas a cabo por algún invitado si así lo desean y se debe coordinar previamente con el sacerdote. ¿Han pensado en alguien? Seguramente hay invitados con deseos de participar.