El casamiento de Chelo y Georgi en Caballito, Capital Federal

Estefi saco unas fotos más, nos hizo bailar un poco para relajar mi cara tensionada, y practicamos la entrada con papá (mi cara no se relajó). Nos fuimos porque se hicieron las 20:15. A mitad de camino, me di cuenta de ¡que me había olvidado el ramo! Pobre Cristian, dio la vuelta. Llegamos, y ya estaban todos adentro... menos Mariano y Sergio, los encargados de las fotos y el video, y bueno, la reportera oficial del evento, Denu, el abrazo que nos dimos, fue como el abrazo que le das a esa amiga que no ves durante años pero que es amiga de toda la vida... ¿y cómo no vas a abrazar a una amiga así? Nadie se dio cuenta, que, en ese abrazo, recién nos conocíamos personalmente. Abrieron las puertas de la iglesia, y de ahí en adelante, mi noche se convirtió en un sueño.

Chelo me estaba esperando en el altar, un poco nervioso porque me atrasé, pero ya sabía los motivos, pero igual, andaba caminando por las paredes. No miré a nadie, para no dejar a nadie sin esa mirada. Solo miré a Chelo, y hasta me olvidé del miedo que tenía de caerme. No escuché la canción de entrada, no escuché nada. Éramos Chelo y yo. Estaba tan feliz de estar ahí, nuestra gran noche había llegado. Chelo en voz bajita, me dijo que estaba hermosa. El cura habló, mi suegro y hasta el primo de Chelo. Nos dijimos “sí, quiero” y nos pusimos el anillo. El cura no nos dijo que nos besemos, pero nosotros igual lo hicimos. Y salimos. Intenté escuchar la canción de salida, pero estaba tan feliz que solo escuchaba la voz del fotógrafo retándome porque íbamos saliendo muy rápido. Nos saludaron amigos y familiares. Nos sacamos fotos y después, nos fuimos al salón.

Qué nervios, saber que todos estaban ahí tan cerca, esperándonos. Los chicos de foto y video, sabían que íbamos a entrar saltando y agitando... llevamos la bocina, y la GoPro. El maître nos vino a buscar al privado y salimos saltando a disfrutar la noche. Todos nuestros amigos saltando abrazándonos, agitados, riendo. Fue genial, un poco violento. Los hombres saltaron por su lado, y las mujeres por otro. ¡Salimos ilesas! Los invitados comieron por demás, nosotros hablamos con todos, bailamos, tomamos, reímos. Fue mágico. Nos contaban que estaban maravillados con tantos detalles... esos detalles, que uno capaz en la comu cree que ya no son originales, y nos matamos pensando como darle ese giro inesperado para sobresalir. No hicimos nada original, pero para nuestros invitados, era todo nuevo y todo sorprendente. Les encanto todo. ¡Los kits del baño quedaron pelados!

Pasó el vals, la primera tanda de baile, ¡llego la banda! ¡La banda la rompió! Nos hicieron cantar con ellos (bueno, eso deberían de juzgarlo nuestros invitados; ¡pero creo que lo hicimos bastante bien). ¡Joaquín y el Guiro nos hicieron bailar una hora! Después las fotos, la torta, más comida, más charla con amigos. Llego el carnaval, ¡todo luminoso! Cuando vimos a nuestros invitados tan prendidos, ¡nos dimos cuenta que habíamos comprado mucho cotillón luminoso! Pero todos estaban felices, contentos y divirtiéndose igual o más que nosotros.

Fue una noche increíble. Llegamos a casa a las 7 am, y cuando terminamos de bajar todo, y acomodarnos. Comimos algo de lo que sobró (¡porque no cenamos nada en toda la noche!) Nos bañamos y nos fuimos a dormir. La verdad estábamos felices, pero cansados de la fiesta, del estrés y los nervios de todos estos meses, planeando, organizando y rogándole a los planetas que se alineen para que todo salga lo mejor posible. Y así fue, salió de maravillas. Hubo detalles que fallaron, pero que no solo no hicieron a la fiesta, sino que obviamente al ser detalles, pasaron desapercibidos por los invitados, y solo nosotros supimos que fallaron por ser nosotros quien lo organizó. Así que para nuestros invitados fue un éxito rotundo.

Pasó el domingo, y seguimos recibiendo mensajes celebrándonos y felicitándonos por lo bien que se la pasaron, y lo mucho que comieron. Algunos amigos un poco más viejos, haciendo alarde del uso del kit de resaca. Nosotros como que se nos infló el pecho de orgullo, diciendo: ¡lo hicimos! Hicimos de nuestro casamiento, de nuestro dia, ¡un fiestón! Somos felices.

Sin lugar a dudas, esta comunidad, la app y la web, las magníficas cabezas detrás de esta idea de casamientos.com.ar; hicieron un gran servicio. Este lugar no fue solamente, mi buscador personal de proveedores, como en muchos debates dijimos, fue mi refugio, fue mi lugar en el mundo. Encontré gente, que, sin conocerla, se hicieron parte de mi vida, y amigas. La calidad de gente que hay detrás de cada respuesta, también tiene mucho que ver, obvio.