El casamiento de Diego y Giselle en Caballito, Capital Federal
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D&G
09 Mar, 2019La crónica de nuestro casamiento
Nos casamos por civil el 8/03/2019 y el sábado 9 fue el casamiento por iglesia y la fiesta. Elegimos esa fecha porque el 8/03/2018, estando en París, en la cima de la Torre Eiffel me pidió que nos casáramos.
Fue el casamiento de mis sueños. Todo lo que deseaba pudimos concretarlo y estuvieron todos los que queríamos que estuvieran ese día. Fue un casamiento chiquito, 75 personas, solo la familia y los amigos más cercanos. Solo faltaron mis abuelos, pero bueno, ellos siempre están conmigo.
El viernes ocho a las 10:15 nos casamos en el Registro Civil Central de la calle Uruguay. Fueron diez minutos, fue más el tiempo que nos quedamos ahí después, saludándonos y abrazándonos. A pesar del día y la hora, laborable para todos, pudieron venir muchos amigos y, por supuesto, nuestra familia. Después de la ceremonia nos fuimos la familia y los testigos a la casa de mis padres a un mini almuerzo y brindis.
A las 14 horas mi marido se fue con sus amigos a un hotel, donde se iban a quedar hasta el día siguiente para prepararse, y yo me fui con mi mamá y mi hermana a otro hotel para descansar y prepararnos. Elegimos el hotel Ker Recoleta, tiene pileta, sauna y ducha escocesa, ¡la pasamos genial!
Seguir leyendo »Al día siguiente, a las 7.30 am, ya estaba el peluquero que nos iba a peinar a mi mamá y a mí. Mi hermana contrató a otra chica para el maquillaje y peinado. A las 8.30 llegó Barbie, la maquilladora. Elegimos el servicio de Regina Cosmetics y fue una excelente elección, ¡el maquillaje llegó intacto hasta el fin del día! Quedó incluso más lindo que cuando fui a hacerme la prueba.
El fotógrafo llegó tipo 9.00 am y nos sacó fotos mientras nos arreglábamos. Elegimos a Storino – Orlando. Son impecables, excelentes, registró cada momento, las fotos bellísimas, ¡cómo pueden ver! Los souvenirs también los hicimos con ellos, fueron las fotos de la mesa para cada invitado, familia o pareja que estaban dentro de un sobre customizado hecho por ellos. A la mitad de la fiesta vinieron a buscar las fotos para hacer las copias en ese momento. Nos pareció un lindo recuerdo, ¡a todo el mundo le encantó!
Once y veinte, ya estábamos todas listas y cambiadas. Bajé al hall del hotel donde me esperaba mi hermano, con quien entré a la iglesia.
El vestido me lo hice con Alicia Morán, una diseñadora que encontré en Internet hace años cuando una de mis primas se estaba por casar y buscaba inspiraciones para su vestido. El estilo de ella es novias campestres y ahí vi mi vestido. Cada tanto entraba a la web para chusmear si tenía cosas nuevas, pero siempre miraba una y otra vez ese vestido. Cuando fui a la primera entrevista con ella le dije: “Hace seis años que estoy deseando conocerte”. El vestido es soñado, tal cual el modelo que vi, con algunos detalles que le agregó ella que lo hicieron aún más lindo.
Tiene seis capas. La primera capa es seda natural con alforzas hechas a mano y los detalles de puntilla son valencianas antiguas. La segunda es una tela transparente, que opaca un poco el brillo y el blanco de la tercera capa, que es de raso. Después viene una capa de tul, que empieza abajo de las caderas y está cosido sobre otra capa de raso blanco. Tiene una última capa de tul cerca de los tobillos, para darle el aspecto acampanado. La parte de arriba tiene las copas del corpiño incorporadas y las manguitas son sueltas.
La espalda se cierra con 14 botones. En la parte de abajo delantera del vestido, en la punta de la cola y en la parte superior de los botones, tiene unas florcitas de raso rosas con sus hojitas verdes, todas haciendo juego con la flor más grande que tengo en el pecho. Cuando me abotoné la cola, en el primer botón de la espalda, quedaron las tres florcitas unidas, tipo ramillete. Un detalle hermoso, que no está en el diseño original, como tampoco la cola.
Los zapatos me los hice con Lolalove Shoes, totalmente customizado. Elegí un modelo que ella ya tenía y le agregué otras cositas que me gustaron. Comodísimos, ¡ni me los tuve que cambiar en todo el día!
El tocado es de Clara Flor, también fue customizado. Elegí uno que me gustaba y le agregamos la cadena con los cristales para usarlo alrededor de la cabeza. Quedó divino.
El ramo es de Vestida de Flores. Son rosas spray blancas y rosas, con gypsophilas y suculentas, ¡el detalle que más me gustó! Después de darlo me quedé con una de las sucus y la planté, y así tengo un recuerdo (espero que por siempre) de mi ramo de novia. Una genia, me lo mandó el mismo día a la mañana con un auto, así que estaba fresquísimo. El botonier que uso mi hermano también tenía una mini sucu, ¡bellísimo! Las tres son proveedores de la Comu.
En el hall del hotel me saqué fotos con mi hermano, mi hermana, mi mamá y mi papá. Mis padres se fueron a la iglesia para avisarme cuándo podía ir. Me casé en San Nicolás de Bari, el hotel está justo a la vuelta.
Por WhatsApp nos iban pasando información, que ya estaban todos en la iglesia, que estaba llena, que el cura todavía no había terminado con los bautismos… Pero yo estaba tranquila, hasta que mi mamá nos mandó el mensaje: “Todo listo”. En ese momento empecé a sentir los nervios.
Vino mi otro hermano con el coche, que mi hermana decoró con flores, y los cuatro nos fuimos a la iglesia. ¡Divertidísimo momento sacándonos selfies!
Llegamos, el fotógrafo nos sacó las consabidas fotos bajando del auto, subí los escalones y nos posicionamos delante de las puertas. Mi hermana me acomodó el vestido, me dijo que respirara hondo y entré. Desde afuera escuchábamos la música. Contratamos un coro con su banda (flauta, piano, trompeta) para la música de la ceremonia: Canticum Novum. Espectaculares. Fue un regalo de mi mamá. Entré con la canción “Himno al amor” de Édith Piaf. Cuando empiezan a tocar le digo al señor que iba a abrir las puertas: “Espere, yo le aviso”. Quería entrar en el momento en que empezaran a cantar, y así lo hicimos.
¡Qué momento! Sentía en todo el cuerpo la adrenalina que me corría por las venas. Así que, bien agarrada de la mano de mi hermano, fijé la vista en él y empecé a caminar. Mi marido me contó que cuando se abrieron las puertas y me vio le empezaron a temblar las piernas y a llorar de la emoción... ¡Qué mejor reacción después de un año de preparar cada detalle del vestido, del maquillaje, del peinado! ¡Misión cumplida!
Tan nervioso estaba que, cuando llegué al altar, se quedó paralizado mirándome, hasta que cambié de mano el ramo y la estiré para que me ayudara a llegar al altar... ¡Ahí reaccionó!
La ceremonia fue linda, elegimos el salmo Corintios 13 que habla del amor para el momento de la lectura. Mi tío materno fue el que leyó, pedido por él desde el momento en que les conté que me casaba. La verdad, es un salmo hermoso, no tiene muchas referencias católicas, lo cual está bueno, porque es algo a lo que todos podemos identificarnos, sin importar nuestras creencias. Se los comparto, por si a alguien le gusta y desea usarlo en su ceremonia:
“El amor verdadero. Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas. Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás. El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo. Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes secretos de Dios. 9 Las profecías, y todo lo que ahora conocemos, es imperfecto. 10 Cuando llegue lo que es perfecto, todo lo demás se acabará. Alguna vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las cosas, y mi manera de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona adulta, y todo eso lo he dejado atrás. 12 Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a oscuras. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce a mí. Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres cosas, la más importante es el amor”.
Lo único que no salió bien en la ceremonia es que el micrófono hacía un ruido infernal y no se escucharon mis votos. El cura tuvo que parar un momento e ir a la parte de atrás a apagar el aparato. Pero bueno, salvo eso, fue todo muy lindo. La música ideal, y cuando nos dimos vuelta para salir, ¡la iglesia entera estalló en aplauso y gritos! Cuando salimos nos fuimos a la Plaza Vicente López, ahí a dos cuadras de la iglesia a sacarnos fotos.
La fiesta la hicimos en Bella Rosa Recepciones, proveedor de la Comu, y contratamos el catering que trabaja con ellos (aunque no es obligatorio). La verdad, fue la mejor elección. Hubo una recepción completísima con bruschetas sobre tostada de pan de campo con aceite de oliva de muchos sabores, calentitos: quiche, tortillitas, bombitas de papa, shots de queso, pollo, caprese, etc. Cocina a la vista con sándwiches de pastrami, cazuelitas de ravioles, arroz con mariscos, ¡de todo! El menú fue asado con la entrada de achuras, papas fritas y ensaladas varias. ¡Un menú que le encanta a todos! Estuvo delicioso, cocinado en su justo punto. Todo el mundo nos dijo que comieron a reventar. Y cuando llegó el fin de fiesta, con la pizza y los fideos con tuco ¡comieron más!
La música estuvo increíble, a nosotros no nos gusta la música que se escucha ahora, así que fueron todos temas de nuestra época de salir a bailar: Los Fabulosos Cadillacs, Gilda, Los Charros… Pasó tandas de música disco y de rock, ¡para todos los gustos! El DJ es del salón. Tuvimos la entrevista con él unos días antes, entendió a la perfección lo que queríamos, ¡y eso que es un chico super joven!
Compramos el cuadro del árbol para que la gente deje la huella, pero lo hicimos tipo ceremonia. Fuimos llamando a nuestra gente, a aquellos que nos conocen de toda la vida y que dejaron su huella en nosotros, aquellos que hicieron que hoy seamos quien somos. Por eso lo llamamos “Nuestro camino”.
Para el momento del ramo no quise arrojarlo, ya que probablemente se iba a destrozar. Así que las senté a todas en ronda, espalda con espalda y, al compás del tema “Walking on Sunshine”, se fueron pasando el ramo, mientras yo, de espaldas a ellas, bailaba y cantaba. Cuando la música paró, la que tenía el ramo fue la que se lo quedó. Todas estallaron de risa, se cantaron todo y vitorearon a la ganadora. Mi marido tiró dos pelotas de fútbol y un whisky.
Hubo postre de brownie con helado de crema y mesa dulce. La torta era bizcochuelo de vainilla con dulce de leche, también sencilla, clásica, ¡lo que le gusta a todo el mundo! Y, sobre todo, a nosotros.
El cake topper lo hizo una amiga mía que hace esas cositas lindas en crochet, se llama Tres Saltos, está en Insta. ¡Lo hizo totalmente personalizado! Mi marido es maestro de artes marciales, concretamente de Wing Chun, un estilo de Kung Fu, ahí fue donde nos conocimos, así que para los muñes de la torta mi amiga nos hizo a nosotros dos y al muñeco con el que el maestro practica Wing Chun, ¡quedó espectacular! Ocupa un lugar importante en la vida de los dos, no podía faltar en nuestro día.
Cuando nos quisimos dar cuenta la fiesta llegaba a su fin. Todos nos dijeron que se divirtieron muchísimo, que la pasaron de diez, que comieron como reyes... Nos llovieron los buenos deseos y el cariño de todo el mundo. Nos fuimos más que felices, riendo y llorando de la alegría. Todo había salido incluso mejor de lo que imaginamos, incluso nos acompañó el clima, que hasta dos días antes presagiaba lluvia todo el fin de semana. ¡Impecable! Ese fin de semana lo pasamos en el Hotel Claridge. Y así fue el, hasta hoy, mejor día de nuestras vidas.
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