El casamiento de Facundo y Luciana en Falda Del Carmen, Córdoba
Al aire libre Primavera Blanco 3 profesionales
F&L
15 Oct, 2016La crónica de nuestro casamiento
Cómo empezar... cómo escribir un relato de un momento que es prácticamente indescriptible. Creo que ponerlo en palabras, es traerlo al plano de la razón, y lo que describe ese día lejos está de la razón, porque era emoción pura. Sin embargo, voy a valerme de algunos puntos y aspectos "objetivos" (como si fuera posible serlo). Ese sábado 15-10-2016 fuimos con mi papá y mi mamá a la cabaña nupcial ubicada en el salón/estancia Aldea de los Cocos (Falda del Carmen-Córdoba). Llegamos a las 14.30 y allí ya nos estaba esperando Rosana Gallo, la maquilladora y peinadora de mi madre y mía. Así que inmediatamente comenzó todo. Una previa hermosa, como podrán ver en las fotos con mi madre y Ro, hubo cafecito, brindis con burbujas, charlas, risas. Con un ambiente cálido y distendido, como si estuviéramos en un pijama party entre amigas. Abajo de mi cabaña estaba Facu, cambiándose también (había una energía increíble en el ambiente, una mezcla entre nervios, ansiedad, emoción). El clima perfilaba complicado, desde hacía 10 días veíamos que el pronóstico anunciaba lluvia, pero yo no perdía la ilusión y la esperanza de tener suerte. Tuve cierta preocupación durante la siesta porque la ceremonia era al aire libre y rogaba que no llueva porque debía trasladarse al salón y no quería eso. Ese día el cielo era absolutamente gris (todos los tonos de gris que uno se pueda imaginar).
Seguir leyendo »Cuando estuve lista, y me avisaron que la juez había llegado (18,40 horas), me vino a buscar mi padre a la habitación, algo extremadamente emocionante lloramos los dos, nos abrazamos, nos tomamos unos segundos para nosotros y nos dispusimos a salir al encuentro con mi futuro marido.
Empezó a sonar la versión acústica de “On a Good Day” (de Above & Beyond) y las lágrimas brotaban una vez más de mis ojos, las dejé salir, cumplían una función indiscutible: expresar todo lo que estaba pasando por mi cuerpo.
La ceremonia era en una especie de colina que tiene el salón, cuando vi allí paradas a las más de 190 personas que habían concurrido mi corazón estalló de felicidad, estaban ahí -todos hermosos y radiantes- iluminando ese día gris, ellos eran la mismísima luz del sol que faltaba. En el medio de esa multitud de gente tan querida, estaba él, mi propio galán de telenovela. Otra vez mi corazón estallaba en latidos. La lluvia nos esperó y dejó que nos casemos al aire libre en una hermosa ceremonia como se había planeado, ahora para el momento del vals no fue tan benévola, o si, porque bailamos el vals bajo la lluvia. Eso sinceramente, fue algo de no creer… los invitados trataban de prender las estrellitas que habíamos puesto para ese momento y una llovizna que comenzaba a intensificarse nos mojaba lentamente mientras bailábamos el vals del Danubio Azul (por un segundo, recordé la película Diario de una Pasión y esa escena en el bote donde empieza a llover).
Después, por obvias razones, nos fuimos al salón a comenzar con la música y la buena comida (que quiero aclarar que yo comí de todo, no sé quién dijo que la novia no come nada, ¿o será que no soy muy tradicional?).
Cuando estamos en medio de la cena, comenzó una terrible tormenta de granizo, que colapsó con los desagües del salón, se cortó la luz, y se arruinaron varios equipos eléctricos (como luces, pantallas led y consolas de DJ). El salón, -por suerte- tiene dos generadores eléctricos y backup de equipos para luces y sonido, así que se pudo subsanar la situación. Toda, toda la fiesta se llevó adelante gracias a los generadores, porque la luz volvió recién a la siesta del día siguiente. En ese momento de la piedra sentí que todo se venía abajo, la desesperación de los invitados por sus vehículos era abrumadora, fueron unos minutos de crisis, llanto (y acá ya no lloraba de emoción, sino de bronca e impotencia), pensé que toda nuestra fiesta se iba por la borda, que ahí terminaba todo (eran cerca de las 23 horas), pero eso no sucedió, el DJ dio rienda suelta a la música y la gente comenzó a salir a bailar, a cantar. Empezó una noche de baile (y mucho descontrol) que nunca se frenó hasta las 4 de la mañana. La música no paró en ningún momento, yo tiré el ramo, Facu tiró el “whiskey”, hasta hicimos el corte de torta simbólico (a las apuradas y medio a escondidas – como para la foto vió- porque la torta se había comenzado a mojar, por la cantidad de agua que había entrado por la tormenta).
La gente se olvidó de todo, disfrutó, bailó, comió, bebió, todo fue hermoso e increíble porque creo que todos optaron por seguir el consejo de la famosa canción: “Show Must Go On”. Y así, desbordantes de felicidad, contra viento, piedra y marea. Nuestra tan soñada y planeada noche terminó, coronándonos como marido y mujer, Señor y Señora. P.D: al otro día supimos que todos los autos terminaron minados de bollitos por la piedra (incluido el nuestro), pero esa noche todos venían y nos decían “a los autos no les pasó nada” y nosotros, ingenuamente (o tal vez como mecanismo de defensa) les creímos. Pero gracias a eso, pudimos disfrutar como si nada hubiera pasado.
Compartimos algunas fotos del fotógrafo (los adelantos que nos mandó) y otras tomadas por celulares de amigos y familia (sepan disculpar la calidad de estas últimas) .
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