El casamiento de Jon y Glen en Belgrano, Capital Federal

Las lecturas las elegimos nosotros y las leyeron nuestras madres. El Evangelio fue el de Jesús rezando por sus discípulos en el Huerto de Getsemaní y en la homilía el padre nos quemó un poco con las cosas que le dijimos en el prematrimonial ja, ja, ja (Fue divertido y nuestras familias quedaron encantadas. ¡Se rieron mucho!).

La ceremonia en sí también fue muy linda, muy íntima y especial (como la describieron los invitados) y a pesar de que muchos familiares no pudieron estar presentes, fue hermoso todo.

¡Ah! En las fotos van a ver que dijimos los votos matrimoniales con un crucifijo entre nuestras manos. Es una tradición de un pueblito (muy católico) en Bosnia-Herzegovina que tiene un porcentaje de divorcio = 0%. La idea es que ese mismo crucifijo se pone en la pared sobre el lecho matrimonial. Es una manera de afirmar que la cruz de Jesús es el centro de esa unión y que Él otorga las gracias para santificar ese matrimonio.

Si bien la ceremonia fue con misa, siento que pasó rapidísimo. A la salida nos sacamos fotos con todos nuestros amigos y familia. En la Iglesia fuimos 40 aproximadamente, todos me dijeron que estuvo hermoso y que se sintieron cómodos y los vi muy tranquilos y disfrutando (teniendo en cuenta que es gente mayor que se cuida mucho por la situación que estamos viviendo).

A la salida nos pudimos sacar fotos con todos (sin barbijos, estuvieron muy bien los fotógrafos en pedirles que se los sacaran, pero la mayoría era porque se olvidaba que lo tenían puesto ja, ja, ja).

Después fuimos con un grupo de 18 personas (familia super cercana, y amigos mutuos) a almorzar a un lugar que ni nos dijeron un límite de personas. El límite lo pusimos nosotros y teniendo en cuenta que muchos familiares mayores prefirieron no venir. Pero fue todo muy natural y ameno. ¡La verdad que lo pasamos espectacular!

Si bien no fue la iglesia llena de amigos y familia que siempre imaginé, no me arrepiento de haberme casado en "pandemia". Lo único que podía retrasar esa fecha era que la familia de Jon no pudiese venir desde Chaco, y viajaron sin problemas. No les pidieron hisopado ni cuarentenas raras.

Pasado todo el almuerzo (fue un festín) fuimos con nuestros amigos más cercanos a la casa de una de las chicas a celebrar. ¡Estuvimos como 8 horas! Y jugamos juegos de cartas, tomamos café, bailamos el vals (para la foto), hicieron tragos, y bailamos hasta las 2 de la mañana, con luces de colores y todo! Ja, ja, ja.

Ellos organizaron todo (también la despedida de solteros que en otro post les comentaré cómo salió) 12 días más tarde, acá estamos: acostumbrándonos a esta nueva vida, a vivir juntos, a convivir juntos, a ser marido y mujer y a presentarnos como tal y a muchas otras cosas más. Claramente este no es el final feliz, sino que recién ahora todo comienza para nosotros y para nuestra (por ahora) pequeña familia.