El casamiento de Jonathan Paulo y Dana Dahyana en Falda Del Carmen, Córdoba
De campo Verano Verde 1 profesionales
J&D
05 Ene, 2018La crónica de nuestro casamiento
El viernes a las 7 am sonó el despertador y el mismo sol brillo para ambos: ¡nuestro día, después de varios años, finalmente había llegado!
Nos vestimos con la ropa escogida de hacía meses, nos peinamos de acuerdo a lo practicado, me maquillaron como había pedido y aparecimos en la entrada del registro civil que ya estaba decorado por la jueza sin pedirlo, pero acertado. Los nervios son indescriptibles y la ansiedad nos caminaba en frente, pero era maravilloso.
Transcurrió la ceremonia civil entre chistes y alegría de toda la familia y la jueza, de forma natural, como si lo hubiésemos ensayado. Cuando finalizó, nos rociaron de arroz de tal manera que hasta en las fotos se notan los granos por todos lados, y de ahí nos fuimos todos a desayunar al Museo de Las Motos. Estuvo delicioso y super atentos los dueños que nos entregaron de regalo una torta galesa con bendiciones de prosperidad.
De ahí, nos encaminamos a Aldea, luego de ponernos de acuerdo sobre todo lo que había que llevar y los que tenían que estar temprano, porque Falda del Carmen queda alrededor de 1 hora en auto. A ese trayecto lo usamos de picnic, tomando mate y charlando sobre el 1/2 paso que ya habíamos dado tan ansiosamente. Llegamos a Aldea cerca de las 15hs.
Seguir leyendo »En el predio nos recibieron con ánimo y ya estaba todo el personal activo, decorando y arreglando como habíamos pedido hasta el último rincón. Nos separamos por última vez para ir a nuestras respectivas habitaciones a prepararnos para la boda que comenzaría alrededor de las 19:00 horas.
¡Parecía que estábamos en una nube! Todo sucedía tan hermosamente que hoy pienso que fue un sueño. Tantos momentos pasaron en esas horas, entre maquillaje, peinados, vestimenta, risas, abrazos y llantos que necesitaría horas para relatarlos. Mi padre cada vez que me veía se le llenaban los ojos de lágrimas; mis hermanas, compañeras fieles y damas de honor, me abrazaban; mis cuñados atentos en todo sin vacilar; y mi madre, amiga leal, perfeccionando cada cosa.
Cuando me avisaron que ya podíamos salir para empezar la caminata hasta el altar, ¡no podía mas! Es como si todo se hubiera vuelto en cámara lenta. Nos tocaron una pieza de piano que había elegido, que no escuché porque mi mente quedo muda. No podía pensar más. Jona me esperaba con una sonrisa hermosa.
Me recibió y mi suegro, que es pastor, nos casó de una forma no tradicional, ya que quiso representar como nosotros dejábamos la alianza con nuestras respectivas familias y nos uníamos en una sola para formar nuestra propia familia. Nos bendecían cada uno con sus palabras de amor y aliento y, finalmente, ¡nos pusimos los anillos como sello! Ya estábamos completa y definitivamente casados.
No podía parar de llorar mientras nos saludaban y se alegraban con nuestra unión. Las fotos decidimos que fueran espontaneas, por lo que no tuvimos que dejar el predio y el fotógrafo nos sorprendía constantemente.
Ahí arriba, cerca de la pileta, tuvimos el copetín mientras íbamos bajando hacia donde dispusieron que iba a ser la entrada con cazuelas que habíamos escogido. Todo tan rico y abundante que se lo agradecimos a los chicos que dirigieron todo (los hijos de los dueños) cuando terminó. No faltó nada.
Habíamos contratado la cava que tienen para degustaciones de fiambres y vinos, así que muchos tuvieron la oportunidad de ir y quedaron encantados. Y luego de algunas horas, las damas de honor nos fueron ubicando en las mesas que dividimos con nombres de países. En ese lapsus nos fugamos un momentito para sacarnos unas fotos solos dentro del complejo, aprovechando la emoción y decoración.
Dentro del salón tuvimos la cena con entrada y postre que habíamos decidido en la degustación que estaba riquísimo, mientras nos sacábamos fotos con cada mesa, y al final vimos un video que realizaron mis cuñados, ¡tan emotivos que fue imposible no lagrimear!
Tuvimos tiempo de dispersarnos con charlas y algunas cargadas picaras y salimos para brindar juntos, cortar la torta y disfrutar la mesa dulce que estuvo genial. Aprovechamos ese momento para ir repartiendo los souvenirs y, por último, Jona y yo tiramos un ramo cada uno para las/los solteros de la noche, y creo que se lo tomaron bastante en serio, ya que en las fotos estuvimos viendo que algunos se descalzaron para poder moverse mejor.
Entre todo eso, nuestros invitados nos elogiaron, nos alentaron y se alegraron con lo vivido, que para nosotros era irreal. Tan lindos momentos vivimos ese día, aún con ese cansancio encima, que recordarlos nos alegran el alma.
De ahí nos fuimos a disfrutar nuestra noche de bodas previo a la luna de miel que era al otro día, y con todas las encomiendas de los regalos que no pudimos abrir esa noche, pero que en casa cuando llegamos se desenvolvieron rotundamente.
Nuestra decisión fue tan acertada que le agradezco a Dios por habernos llevado hasta ese momento, que no fue fácil ni gratis ni simple, pero que con esfuerzo valió totalmente la pena. Ojalá todos aquellos que lo decidieron, disfruten y peleen por esa intención hasta el último momento. Saludos y fuerza, que no es imposible.
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