El casamiento de Sebastián y Patricia en Ramos Mejía, Buenos Aires

La crónica de nuestro casamiento

Fue el día más perfecto de mi vida. Más emocionante. Más movilizante. Empecé por no poder dormir la noche anterior. Solo dormí 4 horas. Me levanté a las 7 del sábado y no sabía qué hacer.

Después había que preparar todo para irse al salón a las 5. Para eso enloquecí, aunque tenía casi todo resuelto, pero estaba tan nerviosa. Tan ansiosa. Nada me decepcionó. El casamiento por iglesia fue increíble, hermoso, bello más allá de lo que uno espera.

Los padrinos estaban divinos. Y en mi vida sentí tanto amor y tanta alegría con ese día. Sin duda entrar ese día a la iglesia había magia en el aire. Después la fiesta estuvo hermosa, pequeña y familiar. Solo familia y mejores amigos más no se podía. Estuvo genial. Medio que no la sentí, me pasó por arriba, no pude comer nada de nada. Ni tomar más que un vaso de gaseosa. Un desastre. Pero estaba feliz, aunque estaba en otro lado. No entendía nada. La noche pasaba y yo estaba flotando en el aire. Todo salió hermoso. Me olvidé de dar los souvenirs hechos por mí. Las cintas fueron un éxito. También las hice yo. Y eran reales. Como eran solo 14 solteras puse 14 cosas útiles dentro de bolsitas. La mayoría salieron con aros puestos o pulseras. Genial.